sábado, 21 de noviembre de 2009

AL MAESTRO DE CORO

Señor, tú me examinas y me conoces,
sabes cuando me siento o me levanto,
desde lejos penetras mis pensamientos.
Tú adviertes si camino o si descanso,
todas mis sendas te son conocidas.
No está aún la palabra en mi lengua,
y tú, Señor, ya la conoces.
Me envuelves por detrás y por delante,
y tus manos me protegen.
Es un misterio de saber que me supera,
una altura que no puedo alcanzar.

¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu,
a dónde escaparé de tu presencia?
Si subo hasta los cielos, allí estás tú,
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Si vuelo sobre las alas de la aurora,
y me instalo en el confín del mar,
también allí me alcanzará tu mano,
y me agarrará tu derecha.
Aunque diga: " Que la tiniebla me encubra,
y la luz se haga noche en torno a mí ",
no es oscura la tiniebla para ti,
pues ante ti la noche brilla como el día.

Tú formaste mis entrañas,
me tejiste en el vientre de mi madre.
Te doy gracias porque eres sublime,
tus obras son prodigiosas.
Tú conoces lo profundo de mi ser,
nada mío te era desconocido
cuando me iba formando en lo oculto
y tejiendo en las honduras de la tierra.
Tus ojos contemplaban mis acciones,
todas ellas estaban escritas en tu libro,
y los días que me asignaste, antes de existir.
¡Oh Dios, qué profundos son tus designios,
qué incalculable su conjunto!
Si los cuento son más que la arena,
y aunque termine, aún me quedas tú.

¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados,
y se apartaran de mí los sanguinarios!
Ellos hablan de ti con menosprecio,
y se levantan contra ti sin motivos.
Señor, ¿no voy a odiar a los que te odian,
y a despreciar a los que se levantan contra ti?
Sí, los odio con un odio implacable,
los considero mis enemigos.

¡Examíname, oh Dios y conoce mi interior,
ponme a prueba y conoce mis pensamientos,
mira si en mi camino hay maldad,
y guíame por el camino eterno!

Salmo de David 139

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